Sustentado por: Mónica Rijo
Los dioses egipcios, son un conjunto de deidades pertenecientes a la religión del Antiguo Egipto (3150 a. C. – 31 a. C.), una de las principals civilizaciones antiguas del norte africano. Esta civilización prosperó a las orillas del río Nilo, expandiendo su influencia cultural, económica y política hasta el Éufrates, el Mar Rojo, la península de Sinaí y parte del Mediterráneo.
La religión del Antiguo Egipto era politeísta (muchos dioses) e implicaba un conjunto de rituals diversos y complejos. Gracias a ellos, los seres humanos podían obtener el favor de los dioses, regentes de las fuerzas naturales.
Sin embargo, al contrario de muchas otras religiones antiguas, no se involucraban con fenómenos efímeros como los arcoíris o eclipses, ni tampoco en los elementos fundamentales como el fuego y el agua. Además, las áreas de influencia de cada dios podían ser difíciles de definir y a menudo eran flexibles, cambiantes, de acuerdo a sus relatos míticos.
En donde sí tenían una presencia importante era en la organización política de la sociedad, y los faraones eran a menudo sus representantes en la tierra. El culto a los muertos, de importancia en la sociedad egipcia, era también un territorio dominado por las deidades.
Algunas creencias de los egipcios
La religión egipcia no era un conjunto monolítico y homogéneo de practices rituales. Por el contrario, abarcaba una enorme variedad de creencias y prácticas, que tenían en común el vínculo entre el mundo de lo sagrado y el mundo de los humanos.
Sus preceptos básicos pueden resumirse en:
El Ma’at. En este término se resumen los valores fundamentales de la cosmología egipcia, como verdad, justicia y orden; conceptos que creaban un único orden fijo y eterno del universo, constantemente asediado por las fuerzas del caos y la destrucción.
El Ma’at implicaba al mismo tiempo el equilibrio de las fuerzas naturales del orden cósmico, y las tareas mancomunadas de la sociedad humana.
Los faraones. La autoridad real era, para los egipcios, una manifestación de la fuerza divina. Aunque los reyes eran humanos, se entendía que eran encarnaciones de la voluntad divina, intermediario entre los dioses y los humanos. Y cuando morían, los faraones eran deificados y asimilados con algún dios tutelar, que se representaba en sus majestuosas tumbas.
El ka. Se llama así a la fuerza vital de los humanos, que se libera del cuerpo al momento de la muerte, y que se nutría de la comida y bebida. Por el contrario, en el cuerpo residía el ba de las personas, una serie de características espirituales únicas, que debían ser liberadas mediante la preparación mortuoria. Así, los funerals egipcios consistían en dar alimento y bebida al ka, y liberar el ba para que juntos formaran un akh y se asimilaran a los dioses.
Panteón egipcio y sus deidades
El panteón egipcio era diverso y enorme, con miles de deidades y dioses organizadas en dos conjuntos:
Los dioses menores o demonios. Con funciones locales o muy limitadas, especialmente asociadas a regiones del Imperio o a efectos muy específicos.
Los dioses mayores. De importancia vital en el mantenimiento del universo y protagonistas de los relatos religiosos fundacionales, cuyo culto era sostenido a lo largo del Imperio.
La cantidad total de deidades es difícil de precisar. Esto se debe a un mismo fenómeno podía tener distintas deidades asociadas y la dinámica politeísta era bastante compleja.
Sin embargo, a los dioses principales se los representó más concreta y recurrentemente. Para ello se empleaban animales o figuras antropomórficas con cabezas animales.
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